miércoles, 10 de marzo de 2010

Mi primera Moto

Cuando tenía 14 años recuerdo que me dio la neura de las motos, supongo que es algo que lleva aparejado la edad pero a mi me entraron unas ganas locas por tener una moto. En aquella época mucha de la gente que iba conmigo al instituto llevaba una, en la mayoría de los casos la famosísima Aprillia SONIC. No sé si aún hoy día siguen fabricando ese modelo de motos pero por esos días causaba furor. A mi eso me daba igual, yo quería una moto y no me importaba tampoco demasiado el modelo.

Entonces, los chicos de mi edad solían conseguir su moto básicamente de dos maneras: quitándose del instituto y yéndose a trabajar de peón de albañil o sacando buenísimas notas y agradando muchísimo a sus padres. Yo que siempre fui un niño responsable pensé que la segunda vía sería la mía pero no coló, mi madre me dijo que "nanai de la china" y yo lloraba, porque ¡claro! No podía entender que niñatos de tres al cuarto se esforzaran tan sólo un trimestre por llevarlo todo aprobado a casa y obtener su deseada moto por reyes y yo que llevaba toda la vida esforzándome y sacando buenas notas me la negaban. El argumento de mi madre siempre fue el mismo: "me dan miedo, y cuando tengas 18 años te pagaremos el carnet, verás como te alegras". Yo pensaba: de aquí a que lleguen los 18...

La cuestión es que llegaron, y me alegré, muchísimo además porque pienso que si hubiese tenido una moto en aquel entonces me hubiese distraido mucho del instituto, de mis clases y de mis deberes y no hubiese llegado quizá a donde estoy ahora, pero eso son conjeturas, nunca se sabe. Cuando cumplí los 18 me apunté a una autoescuela en mi barrio de Sevilla: Autoescuela Tiro de Línea, y ahí me saqué el teórico, luego las prácticas las hice en Huelva con la Autoescuela Salmerón, lepera de pro.

Desde que empecé a conducir y más aún cuando tomé soltura con el coche nunca más se me pasó por la cabeza tener una moto, ¿para qué? ¡El coche era una maravilla! Podías trasladarte a cualquier parte y dentro siempre ibas calentito en invierno y fresquito en verano. Mi madre me dejaba su Toyota Corolla cada vez que yo lo necesitaba y no me podía quejar.

Más tarde recalé en Barcelona, y claro, aquí ni coche ni moto. No me quejo, porque en el año y medio aproximadamente que llevo aquí he ido y vuelto de todas partes a las que he necesitado en transporte público (cosa que en Huelva es más o menos imposible) pero sin embargo he echado mucho de menos mi propio vehículo con el que poder moverme y reducir tiempos. Aquí llegó el momento de volver a decidir: ¿coche o moto? Esta vez la moto ha ganado la partida, después de 10 años que se me antojara por primera vez ¿quien me iba a decir que acabaría comprando mi propio ciclomotor con el dinero que yo mismo he ganado?

Y lo más importante, aún sigo aprobando y a veces sacando buenas notas. Os presento a mi nueva Honda Dylan 125

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