Cuando yo era pequeño devoraba libros sin parar porque aquellos tomos contenían todas las fantásticas y maravillosas aventuras que yo tan sólo podia permitirme imaginar. Eran ventanas abiertas a mundos muy lejanos de las cuatro paredes de mi cuarto.
Entonces empecé a soñar, empecé a creer en cosas que jamás había visto, aprendí que las personas somos libres y no somos (ni debemos ser) todas iguales, entendí que siempre hay una virtud que reconocer en los demás y un defecto que nos debemos esforzar por mejorar cada día. Tuve la certeza que sólo existe la felicidad en el interior de cada uno de nosotros, y sólo ahí debemos buscarla.
Hoy, a las puertas de mis 27 años echo la vista atrás y sigo sintiendo aquel niño muy vivo dentro de mi, cada vez me siento más cerca de él y estoy orgulloso de su valentíA y de todo lo que me enseñó. Él pudo ser uno más, pero prefirió ser él mismo para llevarme por caminos a veces más idílicos, a veces más turtuosos pero siempre verdaderos. En esa verdad que llevo como única mochila por la vida reposan mi felicidad y mi fortaleza.
Cuando deje de soñar babrá muerto el niño que llevo dentro y entonces... ¿Qué más sentido tendrá la vida si he matado al que me trajo hasta aquí?
Feliz fin de semana
No hay comentarios:
Publicar un comentario