Desde que el pasado viernes el iPhone de mi amiga Ana León predijera lluvia no ha dejado de llover en Barcelona. Hoy el río Llobregat corría caudaloso a su paso por el puente de la autopista que une Barcelona con Viladecans. El Llobregat es un río que en cualquier otra época del año da pena ver porque su cauce siempre está al borde del aniquilamiento y el escaso hilillo de agua que lucha por llegar al mar parece una utopía más que un río. Si luego uno viaja al interior y mira el enorme embalse del Llobregat se da cuenta de porque se quedó tan ridículo y casi sin agua ese río. No es el primer río con partida de defunción que conozco, el Llobregat me hace pensar a menudo en el Río Piedras.
Así se llama el río que pasa por mi pueblo y que sirve de frontera natural entre Lepe y Cartaya. Así se llama también el colegio al que yo iba de pequeño: Colegio Público Río Piedras. Pasé allí tantos años que ahora me quedan tan lejanos... no diría que soy yo aquel niño tímido que cada mañana tiraba andando con la mochila la cole ensimismado en sus propios pensamientos. En más de una ocasión, no sé si por el frío o por lo poco que me gustaba ir al colegio, acababa vomitando el vaso de leche blanca que me solía tomar por desayuno...
No fui muy feliz en el colegio quizá, pero bueno, supongo que aquella primera experiencia infantil con lo cruel que puede llegar a ser el mundo me hizo curtirme y que llegase a la adultez con la seguridad de la que ahora hago gala. Y se queda sólo en eso, porque la seguridad en uno mismo no siempre es real. Rosa Huertas siempre dice: No sólo hay que serlo, también parecerlo. Yo por supuesto apoyo esa máxime.
Bueno, hoy era un día de lluvia... me tocaba hacerte esta reflexión que no lleva a nada. Espero que no hayan perdido su tiempo leyéndola. Un abrazo a todos
3 comentarios:
genial jaime!humano jaime abrazos!adolfo!!
me encanta...
Si, eso es lo peor...
A un pie de vacaciones y lloviendo!
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