Una de las diferencias culturales más significativas pero a la vez casi imperceptible que detecté en Barcelona con respecto a mi lugar de origen es el fregado de los suelos.
Sí, ya lo sé, suena absurdo y banal, pero creo que refleja mucho aspectos de ambas culturas. Yo, desde pequeño, tanto en mi casa como en la de mis abuelos, tíos o amigos siempre vi que el suelo se fregaba en dos veces, una primera fregona bien mojada de agua para empapar todo el firme, y una segunda con el mocho bien apretado y escurrido con el que terminabas de secarlo y darle brillo a las baldosas. Mucho más tarde, tuve ocasión de saber y observar que es un rasgo característico de la cultura doméstica árabe, donde directamente tiran cubos de agua enteros sobre el suelo.
En Catalunya, o al menos Barcelona que es lo que yo conozco, esto no es así. Se limpia con una sola pasada de fregona escurrida o a medio escurrir y se ahorran la segunda pasada. No es nuevo si alabo la forma de ser de los catalanes y afirmo que tienen una conciencia mucho más ecológica y ahorradora. Y creo que la única pasada de fregona responde a este espíritu.
En definitiva, son dos formas distintas de fregar el suelo que casi denotan dos distintas filosofías de vida
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