Una de mis pasiones es la bicicleta, desde siempre me ha encantado pedalear. Mi primera bici me la trajeron los Reyes cuando tenía 8 años, antes de la comunión; era verde y me sirvió para dos cosas básicamente: Para darme cuenta de que los Reyes Magos no existían y para descubrir mi pasión por los ciclos.
Lo primero se debió a que mi padre no supo ocultarse bien entre los coches cuando llamó al timbre para que yo abriera y dejó la bici en el portal. Lo segundo vino tras mis excusiones al campo, que más que excursiones por deporte eran excursiones por evasión. Cada tarde que hacía bueno estaba deseando salir del colegio y más tarde del instituto para montar mi bici nada más almorzar y salir a pedalear. Iba a todas partes: a El Terrón, a Islantilla, a La Redondela, al Puente de la Tabirona...
Para mí, más que viajes a otras partes, era un viaje hacia mi propio interior, en esas tardes aprendí a descubrirme a mí mismo, a conocerme mejor, a sincerarme en la intimidad de un bosque o a escuchar lo que la naturaleza tenía que decirme admirando la belleza límpida del mar mediante el rumor de sus olas incesantes. En todas esas tardes soñé, pensé, marqué mis metas, decidí que tipo de persona quería ser y empecé a transitar un camino que aún no he dejado de recorrer.
Desde que salí de mi pueblo con 18 años he echado muchísimo de menos esos momentos, casi sin darme cuenta había llegado a ese punto que siempre había deseado y por otro lado empezaba a echar de menos aquellos momentos en los que simplemente me dedicaba a pensar como iba a ser mi vida. Como siempre se dice, nos preocupamos demasiado en llegar a nuestros objetivos sin darnos cuenta de que lo importante es el camino.
Hace muchos años que no pedaleo, que no lo hago de la manera en la que lo hacía. Hoy vuelvo a tener bici, seguramente no me quedé extasiado entre las fachadas de Barcelona mientras pedaleo como lo hacía entre los árboles de la antigua vía del tren que, otrora, unía los pueblos de la costa de Huelva. Seguramente no será lo mismo, pero hoy me he dado cuenta de que hace unos años comencé un camino, y que aún sigo pedaleando por su senda, por eso me voy a dedicar a disfrutarlo.
2 comentarios:
Aiaiaiai... Las sendas, senderos, caminos, carreterillas... Ya lo decía Machado, ¿¿nah??
Un abrazote del monztruo nuevo de mi armario, aunque no es maricón, le gustan los polvos.
Et puc dir que desprès de molts anys fa molta il·lusió comprovar que encara pots pedalar!
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