Desde la ventana de la biblioteca de Mundet se ve Montjuïc, eso si te quedas sentado en la silla desde la que ahora mismo escribo; si te levantas y te acercas unos pasos, tienes ante ti un paisaje maravilloso con toda Barcelona a tus pies: el mar mediterráneo, la Sagrada Familia, la Torre Agbar, y otros monumentos destacan sobre la fisonomía de la ciudad, especial y característica. Desde la "zona alta" de Barcelona se tiene el privilegio de contemplar dicha estampa.
Cuando no me concentro demasiado en mis estudios, que suele ser demasiado a menudo, me gusta evadirme y mirar las ventanas suele ser mi afición favorita cuando te encuentras atado simbólicamente a una silla. Las ventanas son maravillosas, son esos marcos abiertos al mundo que te permiten soñar, viajar, volar... Las hay más grandes y más pequeñas, de cristales transparentes o translúcidos, que muestran paisajes bellos o feos... pero son ventanas y creo que siempre invitan a la reflexión.
Te puedes quedar mirando a través de ellas durante horas si realmente no tienes otra cosa que hacer y te aburres. Me imagino a las princesas del medievo, recluidas en sus ostentosos castillos, sin poder mezclarse con el vulgo y mirando por la ventana, soñando otros mundos a través de su ventana.
Hasta hoy nunca lo había pensado, pero el mundo es mejor cuantas más ventanas te rodean.
1 comentario:
PLAS, PLAS, PLAS.
Me gustó leer eso.
Yo he venido a Barna a abrir ventanas... No una, sino todas las que sea posible abrir.
Incluso saltar por ellas.
Espero verte pronto, entre cervezas y sonrisas. Y quizás algún día hagamos esa siesta.
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